viernes, 3 de febrero de 2012

ASPECTOS DE LA GUERRA DE SUCESIÓN: SOLDADOS ENTRE ALCARAZ Y ALMANSA

Luis Antonio de Belluga y Moncada
Cardenal Belluga
Hacia 1705, la Guerra de Sucesión se encaminaba a una fase más compleja, una vez finalizada las campañas anteriores que terminaron con la pérdida de Gibraltar (1704) y el enfrentamiento en Portugal, en el que los principales ejércitos contendientes se encontraron muy igualados. En estos momentos el archiduque Carlos avanzará hasta llegar a Madrid (1706), y sus tropas se extendieron por Aragón, Valencia y Cataluña, creando una guerra civil encubierta entre los reinos peninsulares.  En dicho año de 1705, los partidarios austríacos dirigieron una flota hacia Denia, adentrándose hasta Gandía y Alcira.  Debido a ello,  las zonas cercanas a Levante decidieron rearmarse en previsión de posibles enfrentamientos. Así,  el obispo-virrey de Murcia, el Cardenal Belluga, consiguió hacerles frente en la capital murciana (Batalla del Huerto de las Bombas, 1706), gracias a la cual el ejército borbónico del duque de Berwick pudo recuperar el Campo de Cartagena (Batalla del Albujón) y la propia ciudad costera, dando con ello un respiro al sureste español, y dificultando la entrada hacia Andalucía.


General Basset
Autor: Manuel Boix
Mientras, más al interior, ante la cercanía de las tropas del archiduque a Villena, Játiva, Ayora o Fuente la Higuera, los llanos cercanos a Albacete decidieron pertrecharse en espera de los acontecimientos. La principal resistencia a las tropas borbónicas en estas zonas limítrofes con el Reino de Valencia provenía entonces de la mano del general austracista Juan Bautista Basset, que lideró la defensa de Játiva en 1706, frente al ataque de las tropas de Felipe V, dirigidas por D´Ansfeld.

Ante esta situación, Almansa recibió voluntarios de zonas aledañas como Chinchilla, El Villar, La Roda, Munera, Alpera, El Bonillo, Tobarra, Montealegre, Carcelén, y la propia Albacete. Estos voluntarios, distribuidos en compañías, realizaron diversas actuaciones en zonas cercanas. Sin embargo, existieron otras compañías o ejércitos en sí que provenían de lugares más lejanos, y que sin embargo, contribuyeron igualmente a la defensa y socorro de Almansa, teniendo muchas de ellas participación en la batalla definitiva que se desarrolló en 1707 en este lugar. Nos referimos en este caso al cuartel general que asentó en 1705 el Príncipe de Tilly en Alcaraz, guarnecido por 300 caballos y 2.000 infantes, desde donde se planteó en los años siguientes la reconquista de los terrenos circundantes para la causa borbónica, ejército al que se unía la propia milicia local alcaraceña.

Albert Octave Tserclaes, Príncipe de Tilly (+1714), se destacó en la Guerra de Sucesión en la ya mencionada campaña de Portugal, después de la cual fue nombrado Virrey de Navarra, Capitán de la Guardia Real y Grande de España; esto último tras descubrir un complot contra el rey, tramado por el Marqués de Leganés. Sin embargo, a finales de 1705 marchó a las campañas de Aragón y Cataluña, tras las cuales fue nombrado Capitán General de ambas zonas, por lo que su estancia en Alcaraz sería breve.  Aun así, según la documentación municipal, Alcaraz mantuvo su protección con 4 compañías de 25 a 30 hombres de infantería cada una, mas una compañía de caballos; incluso ya en 1704, antes de la llegada de Tilly, disponía una compañía de milicianos formada por hombres que eran reclutados mediante el sistema de sorteo por aldeas, dirigida por su Alférez Miguel Guerrero Munera, la cual envió ese mismo año tropas a las milicias de Andalucía al mando del Marqués de Villadarias. Habría que señalar que el mantenimiento de estas tropas no era tarea fácil, pues se efectuaba mediante el "repartimiento de utensilios" por la ciudad y los caseríos circundantes, y aunque muchos vecinos atendían a los soldados en sus propias casas, el estado de dicho vecindario mostraba una situación de pobreza generalizada.

A pesar de lo difícil de la coyuntura, Alcaraz contribuyó al socorro de Almansa a mediados de julio de 1706, posiblemente al igual que las otras compañías de voluntarios destinadas por otros pueblos, ya citadas anteriormente. Dicho socorro alcaraceño corrió a cargo de la referida compañía de milicias dirigida por el Alférez Miguel Guerrero, pero esta vez también por su Capitán de Milicias, Jerónimo de Vandelvira. Estaba compuesta de 62 hombres, a los que posteriormente se les unieron otros 24 hombres más con armas y dinero, y se dirigieron por las localidades de Pozuelo y Bonete hacia Almansa. La situación de esta ciudad debía de ser en aquellos momentos muy complicada, puesto que a finales de agosto, tan sólo un mes después, fue necesario enviar hacia Almansa otra compañía de caballos, que se incluyó al ejército volante de Don Jerónimo Miño y Valterra, Sargento Mayor de las milicias de la Ciudad y del Reino de Murcia (Don Jerónimo se había destacado en las defensas de Villena y Alicante, encomendadas por el Obispo Belluga), que supuestamente circulaba por la zona. Vemos pues, el importantísimo papel desempeñado por las milicias locales en los ejércitos borbónicos, puesto que no sólo defendían o aprovisionaban los lugares en guerra, sino que gracias a estas labores permitían que los ejércitos profesionales se pudieran dedicar a otras ocupaciones más técnicas.

Duque de Berwick. Batalla de Almansa

En dichas escaramuzas podían sufrir muchas bajas, pero también hacer prisioneros del bando austríaco, como los 65 prisioneros de guerra que a finales de noviembre de 1706 llegaron a Alcaraz sin que se sepa el frente de su procedencia, de los cuales 61 se encontraban enfermos. Muchos fueron atendidos en el Hospital que regentaban en la ciudad los hermanos de San Juan de Dios en la calle Mayor, pero otros se distribuyeron por las casas de los vecinos. El ayuntamiento solicitó que se les cuidara bien, ordenando que se les diera raciones de libra y media de pan, y que los médicos y cirujanos de la ciudad fueran a visitar a los que se alojaban en estas casas particulares.

Plaza Mayor de Alcaraz.
A la izquierda, la iglesia de la
Santísima Trinidad
Pero como la muerte no entiende de fronteras, también fallecían en la ciudad los soldados del bando borbónico. Así, a comienzos de 1707 era enterrado en la iglesia de la Trinidad de Alcaraz el flamenco Juan Bautista Banes, natural de Amberes, "en los estados de Flandes". Recibió la Extrema Unción y los Santos Sacramentos del Licenciado Don Juan Martínez Galdón, cura Teniente de la Iglesia Parroquial de San Ignacio del mismo lugar, ante quien también otorgó testamento el día 18 de enero (falleció el día 28 del mismo mes). Sin embargo, fue su voluntad enterrarse en la Trinidad, por lo que su sacerdote, el Licenciado Don Juan Gabriel Ruiz de Alcalá, anotó que pagó 4 ducados de limosna por los derechos de construcción y rompimiento de sepultura en la fábrica del templo, y aunque pidió que con el valor de la hacienda que tenía en Alcaraz y lo sobrante de pagar las deudas de su enfermedad se le dijeran las misas que se pudieran con ello, al final el montante resultó mayor y lo donado "no alcanzó mas que a la (misa) de cuerpo presente". Nombró como administradoras de los bienes que poseía en Flandes y en el puerto de Cádiz a su madre Dª Isabel Arambara y a sus hermanas Isabel y Catalina, y como albacea al teniente Pedro López Pereyra, natural de Ceuta, que debían decirle otras 500 misas a partir de dichos bienes. Curiosamente, este soldado flamenco servía como Alférez de la Compañía de Don Nicolás Terán Monsaraz, que se encontraba dentro del Regimiento de Don José Carrillo de Albornoz, uno de los participantes ese mismo año en la gran batalla de Almansa. 

D. José Carrillo de Albornoz
Conde de Montemar
Este Regimiento de Carrillo provenía de la recuperación de Cartagena en 1706 (citada más arriba), y pasó el invierno en Alcaraz (momento en el que falleció nuestro amigo de Flandes), marchando en primavera de 1707 hacia Yecla y Villena. Desde aquí participó en la batalla de Almansa en abril, haciendo brigada con la del Marqués de Pozoblanco. Se situó en la primera línea, junto a los regimientos de la Guardia de Corps, de Amezaga, Real de Asturias, y de Rosellón Nuevo. Su misión fue parar la primera carga de los dragones dirigidos por Lord Galway, a los que persiguió haciendo en principio retroceder hasta su propia línea; pero el fuego incesante de la infantería inglesa, entremezclada con su caballería, les hizo retroceder. (¿Sería, pues, la situación de este regimiento de Carrillo de Albornoz, la que ocupamos en nuestra reciente visita al lugar?). 

Los supervivientes del regimiento marcharían en los meses siguientes a las campañas del Reino de Valencia y Lérida. Mientras, en Alcaraz se mantenían los militares y las muertes, como la del soldado gallego Alonso Borques, enterrado como pobre en la iglesia de Santa María justo dos días antes de la batalla de Almansa. Falleció por muerte violenta junto a la localidad vecina de El Cepillo, por lo que no pudieron oficiarle los Santos Sacramentos. Era un soldado de la Compañía de Don Manuel de Cárdenas Santa Ana, "del Regimiento de la Reyna Nuestra Señora". Este regimiento de caballería fue fundado en 1703, y en la batalla de Almansa se encontraba en la segunda línea, a la derecha, junto a los de Caballería de Ordenes Viejo, de Ordenes Nuevo, de Armendáriz, de Rambla, y de Mahony. 

Nuestros soldados gallego y flamenco no pudieron llegar a Almansa desde Alcaraz, porque la muerte les sorprendió antes. Quizá debamos entender que hay cosas que superan a las tantas veces inexplicables rencillas y guerras humanas.


LA BATALLA DE ALMANSA 1707

Aquí os presento un vídeo en el que de forma muy breve se explica el desarrollo de la batalla utilizando imágenes de las recreaciones históricas. Espero que os guste

martes, 24 de enero de 2012

Para obtener más información

Os pongo el enlace a la página del Centro de Interpretación de la Batalla de Almansa. Contiene bastante información de interés.

http://almansa2007.usuarios.tvalmansa.com/

lunes, 23 de enero de 2012

LA BATALLA DE ALMANSA EN IMÁGENES

La batalla de Almansa, cuyo campo de batalla visitamos en la jornada de ayer, se ha visto reflejada en diversas obras artísticas y gráficas. Algunas de las más representativas son:









LA BATALLA DE ALMANSA - Bonaventura Ligli y Filipo Palotta














LA BATALLA DE ALMANSA - Ricardo Balaca















VIEWS IN SPAIN - Edward Hawke Locker





































GRABADO DE LA BATALLA DE ALMANSA - Tomás López Enguídanos y Alejandro Blanco































BATALLA DE ALMANSA - Litografía firmada por A. Roca perteneciente a la obra "Las glorias nacionales: Grande Historia Universal de todos los reinos, provincias, islas y colonias de la Monarquía Española, desde los tiempos primitivos hasta el año 1852" publicado en la Imprenta Luis Tasso entre 1852-1854. Dicha obra en realidad es una reproducción de La batalla de Denain de Jean Alaux.














Durante el siglo XVIII se acuñó en Francia una serie de monedas dedicada al reinado de Luis XIV, en el reverso de una de las cuales podía leerse en latín u: "Vencidos los enemigos junto a Almansa el 25 de abril de 1707".


Para concluir, la batalla de Almansa constituye un símbolo tan identificativo de la provincia de Albacete que es precisamente la escena utilizada para representar a todos los albaceteños en la plaza de España de Sevilla.












BANCO DE ALBACETE (PLAZA DE ESPAÑA - SEVILLA) - Enrique Orce Mármol.

CAMINAMOS, LUEGO EXISTIMOS...











Arrancamos con el año una nueva aventura de Rutba, esta vez en calma, sin la habitual malignidad climática que nos acompaña. Hemos variado la ruta inicial hacia Villarrobledo por el camino de Levante hasta Almansa; un giro de 180º que no nos defrauda. Cambiamos San Blas por el Castillo, y el arte de las tinajas por el Centro de Interpretación de la Batalla que en 1707 giró los destinos de Europa y de España.


En éste último nos recibe cordial Herminio, gran conocedor y entusiasta narrador del acontecimiento. Una breve introducción en la pequeña y aprovechada sala del mismo, nos sitúa con precisión en el escenario y el tiempo. Con rigor, vamos conociendo a los contendientes y profundizando en los protagonistas de la historia: Felipe de Anjou, el Archiduque Carlos, el Rey Sol... Alguno de nosotros hace propósito de ahondar en la investigación de vuelta a casa y en todos aumenta el deseo por pisar el terreno del conflicto.


Ya en la campa, revivimos minuciosamente la sucesión de acontecimientos de una batalla que Herminio nos describe breve, de apenas unas pocas horas, y que adivinamos no obstante cruel e intensa. Ilustrados con el mágnifico cuadro de Phillipo Palotta, repasamos la geografía del enfrentamiento, el despliegue de los batallones borbonicos, castellanos y franceses, que pretenden cerrar el corredor hacia la Meseta a las tropas austracistas, inglesas, portuguesas y holandesas, procedentes de Caudete. Imaginamos la descarga de las baterías que a las 3 de la tarde del 25 de abril iniciarían el enfrentamiento desde un molino próximo; a los temibles dragones británicos y la magnífica caballería española. Repasamos las curiosidades del destino: un comendante inglés, el duque de Berwick, manda las tropas francesas; otro francés, Henri de Massue, conde de Galway, las inglesas.


Nuestro cicerone revive las dificultades de organizar y asegurar la manutención del ejército, nos habla de técnicas de batalla y de los topónimos que aún perviven; de la desvandada de las tropas portuguesas y de los noblezuelos que hacen llegar las ordenes decisivas del de Berwick hasta frente, simples y precisas: "girar los batallones centrales 90º para hacer un pasillo letal a las fuerzas del pretendiente". En pocas horas, el fin. De los 40.000 hombres que comenzaron el combate yacen en el campo casi la mitad...


Terminamos con una reflexión conmovedora sobre la inutilidad de la guerra. Comprendemos que el Centro es un puente para la concordia y la reflexión, para la paz y la construcción común. Educar en valores desde las entrañas de la irracionalidad humana.




La excursión termina con una inevitable visita al castillo de la ciudad; que fue de almohades, manueles y pachecos. Se yergue espléndido sobre el valle y conserva una bellísima torre del homenaje con elementos tardogóticos de singular construcción.




Volveremos a Almansa, a seguir aprendiendo de su pasado y de nuestra historia.