lunes, 23 de enero de 2012

CAMINAMOS, LUEGO EXISTIMOS...











Arrancamos con el año una nueva aventura de Rutba, esta vez en calma, sin la habitual malignidad climática que nos acompaña. Hemos variado la ruta inicial hacia Villarrobledo por el camino de Levante hasta Almansa; un giro de 180º que no nos defrauda. Cambiamos San Blas por el Castillo, y el arte de las tinajas por el Centro de Interpretación de la Batalla que en 1707 giró los destinos de Europa y de España.


En éste último nos recibe cordial Herminio, gran conocedor y entusiasta narrador del acontecimiento. Una breve introducción en la pequeña y aprovechada sala del mismo, nos sitúa con precisión en el escenario y el tiempo. Con rigor, vamos conociendo a los contendientes y profundizando en los protagonistas de la historia: Felipe de Anjou, el Archiduque Carlos, el Rey Sol... Alguno de nosotros hace propósito de ahondar en la investigación de vuelta a casa y en todos aumenta el deseo por pisar el terreno del conflicto.


Ya en la campa, revivimos minuciosamente la sucesión de acontecimientos de una batalla que Herminio nos describe breve, de apenas unas pocas horas, y que adivinamos no obstante cruel e intensa. Ilustrados con el mágnifico cuadro de Phillipo Palotta, repasamos la geografía del enfrentamiento, el despliegue de los batallones borbonicos, castellanos y franceses, que pretenden cerrar el corredor hacia la Meseta a las tropas austracistas, inglesas, portuguesas y holandesas, procedentes de Caudete. Imaginamos la descarga de las baterías que a las 3 de la tarde del 25 de abril iniciarían el enfrentamiento desde un molino próximo; a los temibles dragones británicos y la magnífica caballería española. Repasamos las curiosidades del destino: un comendante inglés, el duque de Berwick, manda las tropas francesas; otro francés, Henri de Massue, conde de Galway, las inglesas.


Nuestro cicerone revive las dificultades de organizar y asegurar la manutención del ejército, nos habla de técnicas de batalla y de los topónimos que aún perviven; de la desvandada de las tropas portuguesas y de los noblezuelos que hacen llegar las ordenes decisivas del de Berwick hasta frente, simples y precisas: "girar los batallones centrales 90º para hacer un pasillo letal a las fuerzas del pretendiente". En pocas horas, el fin. De los 40.000 hombres que comenzaron el combate yacen en el campo casi la mitad...


Terminamos con una reflexión conmovedora sobre la inutilidad de la guerra. Comprendemos que el Centro es un puente para la concordia y la reflexión, para la paz y la construcción común. Educar en valores desde las entrañas de la irracionalidad humana.




La excursión termina con una inevitable visita al castillo de la ciudad; que fue de almohades, manueles y pachecos. Se yergue espléndido sobre el valle y conserva una bellísima torre del homenaje con elementos tardogóticos de singular construcción.




Volveremos a Almansa, a seguir aprendiendo de su pasado y de nuestra historia.


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