lunes, 23 de noviembre de 2009

Las pinturas rupestres de Minateda














Las pinturas rupestres de Minateda se encuentran ubicadas en un refugio que domina el valle del arroyo de Tobarra y frente al famoso tolmo de Minateda, donde en la actualidad encontramos restos desde época íbera hasta el dominio musulmán.

Las pinturas fueron descubiertas en 1914 por Juan Jiménez Llamas, un buscador de arte rupestre que trabajaba para Henri Breuil, el mayor estudioso de este arte a principios del siglo XX, causando gran impresión tanto por la cantidad de figuras, como por la variedad temática y la diversidad estilística.














Las pinturas se han fechado de una manera amplia entre el inicio del Neolítico hasta llegar comienzos de la Edad del Hierro, por lo que nos movemos en un lapso de tiempo aproximado que va desde el año 6.000 hasta el año 1.000 antes de nuestra Era.

En ellas, se puede apreciar tanto la representación de estilo levantino naturalista, con escenas de caza o representaciones de animales de muy buena calidad, como el estilo esquemático, más geométrico y lineal, en su versión macroesquemática como microesquemática.


















La pintura levantina se caracteriza por aparecer generalmente en abrigos al aire libre o covachas, ciñéndose a la técnica pictórica y abandonando el grabado. Al contrario que ocurre en la escuela hispanofrancesa (Altamira,…) el hombre tiene una gran importancia en la representación, teniendo las escenas un carácter narrativo.














Las figuras se plantean como siluetas planas y sin volumen, perfiladas con trazos finos y rellenas de un único color. La plasmación de animales es naturalista, aunque no detalla órganos ni partes concretas, mientras que la figura humana contrasta por su tendencia a la estilización.

El lugar en que se localizan, orientado al este, por donde sale el sol, nos informa de sus intereses de tipo religioso y cultural. Además el total dominio del valle desde la posición en que se encuentra el refugió no hace incidir en la idea del carácter propiciatorio de las pinturas rupestres.














El friso de Minateda no está completamente restaurado lo que nos permite reflexionar sobre lo delicados que son estos restos y las graves consecuencias que pueden tener nuestras acciones para la conservación de este legado.

Además de todo lo mencionado este abrigo se encuentra a muy poca distancia del nombrado tolmo de Minateda, completando la oferta de este parque arqueológico que, de este modo, abarca un abanico que se inicia en el neolítico con las pinturas rupestres y se cierra con los restos pertenecientes a la dominación musulmana.

domingo, 8 de noviembre de 2009


En el marco de las Jornadas Europeas de Patrimonio, el Museo municipal de La Roda celebra unas jornadas de puertas abiertas durante el fin de semana del 7 y 8 de noviembre.

El Museo, que se nutre esencialmente de la colección Antonio Martínez, se ubica en los sótanos de la Casa de la Cultura y presenta una interesante y variada muestra de objetos de arte religioso, mobiliario tradicional, cerámica, metalistería, etnografía, testimonios rodenses y una colección de dibujos del pintor barrajeño Benjamín Palencia, amigo personal de los hermanos Martínez.

Actualmente se está procediendo al inventario y catalogación de las piezas que lo componen, de cara a un nuevo montaje previsto para principios de 2010 y para favorecer su puesta en valor ante la sociedad rodense y quienes nos visitan.
IMAGEN: dibujo de Benjamín Palencia, perteneciente a la colección del Museo municipal. 1966.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

¡NUEVO CURSO!

Tras el siempre duro -y no por conocido menor- inicio de curso, reiniciamos las actividades de nuestro grupo. El esfuerzo del año pasado, recompensado con la sensación personal del trabajo bien hecho y el gratificante reconocimiento de nuestros compañeros, nos mueve a retomar esta tarea allá donde la dejamos: en el conocimiento, puesta en valor y divulgación del Patrimonio cultural más próximo. La empresa es árdua; los medios, aquellos que nos proporciona nuestro interés por los nuevos procedimientos eductivos; el entusiamo, intacto. Rutba sigue...

lunes, 25 de mayo de 2009

UN DELICIOSO EJEMPLO DEL "CÓMIC" RELIGIOSO EN EL BARROCO POPULAR ESPAÑOL: La Ermita de Belén en Liétor.


El arte barroco es una de las expresiones artísticas más complejas y variadas que existen, fruto de una época, la que transcurre entre los siglos XVII y XVIII, renovadora y convulsa en todos los órdenes, también el cultural.
Así, bajo este concepto entendemos elementos estéticos tan heterogéneos como los que resultan del revisionismo de lo clásico, impuesto por las cortes de papas y monarcas absolutos; la plástica del mercantilismo emergente, asociada a la rica burguesía norteña; o el neopalladianismo colonial del mundo anglosajón. En España, también existe esa divergencia estilística entre un arte oficial, expresión del poder, que traduce en sus palacios y catedrales los modismos importados de Versalles o Roma, y el barroco popular, fruto de la devoción religiosa inspirada por el regeneracionismo contrarreformista.
Son numerosos los ejemplos de esta última forma de entender lo barroco y desgraciadamente no tantas las aportaciones documentales que nos acercan al mundo de la religiosidad cotidiana. Quizá por ello, la puesta en valor de estas obras no haya pasado de una mera clasificación escolástica -preocupada por los principales autores y su influencia- olvidando la producción de artistas y lugares mucho más modestos en los que es fácil confundir tradición e Iglesia, y que abundan, por ello, en la razón de ser última del barroco hispano.
No es del todo el caso de la ermita de Belén en Liétor, declarada monumento histórico-artístico por decreto 893 de 5 de marzo de 1976 y con interesantes estudios realizados por Rubí Sanz y José Sánchez Ferrer, cuya decoración pictórica es una magnífica muestra de lo que decimos. Sobre los muros de una modesta construcción del siglo XVI, en la tradición gótica de las iglesias con arcos diafragma habitual en la sierra albaceteña, se despliega un repertorio plástico epatante, incapaz de dejar indiferente al espectador. Roleos, alfombras, cortinajes y retablos dibujados sirven de marco teatral a un programa iconográfico variadísimo, condicionado por el paisanaje o el culto local y expresado con una ingenuidad consciente, a caballo entre la estampa devocional y el sentido catequético de la imagen barroca. Nos movemos en el terreno de la nueva fiesta religiosa postrentina, en la que adquieren parte sobresaliente y equidistante la escenografía y la imagen, no por ingenuas cargadas de intención simbólica.
El temple alla secca, aplicado en vivos colores sobre las paredes, se despliega rellenando el trazo naif de unos contornos diseñados con anterioridad hasta conseguir plenamente su objetivo: sobrecoger al fiel; atrapado por lo religioso, humilde ante tan exuberante paleta y vivificado por transportarse a un espacio alegórico y paradisíaco al que, sin embargo, se siente próximo y en el que se encuentra reconocido a través de la rusticidad de los personajes y de sus rostros estereotipados y exentos de la más mínima dignidad eclesiástica. Mas al contrario, en su sencillez, expresividad y disposición –cual viñetas de época- encuentra el fiel un credo aprehensible, además del reconocimiento social de sus vecinos.
Mucho se ha discutido sobre el autor o autores de esta decoración, fechada a partir de 1734 y que algunos han relacionado con la firma Vicent que aparece modesta y aislada en algún lugar de la fábrica. Lo cierto es que la homogeneidad de las pinturas apunta a una sola mano y los errores en la interpretación de algunas escenas hagiográficas a un lego. No obstante, el descubrimiento de murales similares en la ermita de la Purísima y en la iglesia del convento franciscano de la cercana localidad de Tobarra, realizadas pocos años antes y en el que tuvimos el privilegio de participar activamente, abre el abanico a nuevas y más complejas interpretaciones.
No es éste el lugar para dichas reflexiones. Nuestro interés se limita aquí a poner en valor los distintos caminos del arte y las curiosas formas que adopta cuando se aleja de los grandes centros de creación y se desvincula de los repertorios áulicos. Liberado de los corsés estilísticos, se muestra cercano, espontáneo y humilde, resultado de lo cotidiano, lo instintivo y lo vital.

Agradecer, como siempre, la amabilidad y atención de D. Francisco Navarro Pretel, y el cariño con el que nos trataron Eli y Rafa, excelentes cicerones de su pueblo.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Amaneció, que no es poco




Después de dos intentos frustrados por la nieve y la lluvia, el sábado 25 nos levantamos temiendo que un día más nos acostaremos sin haber visto Ayna. Sin embargo, para sorpresa de todos, el cielo está despejado.
Los expedicionarios habituales nos encontramos en el parking de la universidad y en dos coches emprendemos la marcha. Ya en Ayna nos reunimos con Monchi, Isabel y Cristina, compañeras por un día, y con Jesús, el encargado de la oficina de turismo, que será nuestro guía.
Tras unos kilómetros en coche iniciamos a pie la ruta que nos llevará por la sierra hasta la Cueva del Niño. Admiramos el paisaje, nos asomamos a los precipicios y con ayuda de Jesús imaginamos cómo fue la vida allí tiempo atrás.

Llegamos a la entrada de la Cueva y ya en la pared exterior encontramos un preludio del interior: una mancha informe que las explicaciones de Jesús y Manuel convierten en nítida figura, muestra del arte levantino.
Almorzamos y nos adentramos linterna en mano en la caverna: observamos en dos paneles el contorno perfecto de varios animales que alguien dibujó miles de años atrás, admiramos lo que podría ser una lámpara paleolítica y escuchamos atentos todo lo que nuestro guía nos cuenta hasta que los flashes y los gritos de un grupo de excursionistas acaban con el sueño. El debate de cultura de masas vs. cultura de élite será el tema de conversación de la sobremesa.

Bajo un sol de justicia deshacemos con la lengua fuera el camino andado hasta llegar a la Cueva y nos despedimos. Quedamos los de siempre.

Ponemos rumbo a Liétor y allí, en La Posada, recuperamos fuerzas para la segunda parte de la excursión. Ya en el café se nos unen Rafa, discípulo de Manuel, y Eli. Gracias a su intermediación, Don Paco nos enseña el Convento de los Carmelitas Descalzos. Lo más sorprendente: las momias expuestas en una cámara subterránea y, sobre todo, el ensayo de órgano. Emocionados, decidimos que vendremos a uno de los cuatro que se celebrarán entre mayo y junio.

Salimos y nos dirigimos a la ermita de Nuestra Señora de Belén, donde Don Paco, solícito, nos guía y descifra durante largo tiempo las pinturas que lo cubren todo.

Es tarde y solo tenemos tiempo para una breve visita a la Iglesia de Santiago Apóstol. Un estilo diferente, nuevas explicaciones y, de nuevo, un órgano. Este del siglo XVIII. Definitivamente, vendremos al ciclo de conciertos.

Cuando salimos a la calle ya son las 19:30 y todavía luce el sol. El día ha sido largo pero fructífero: muchos descubrimientos, buenos momentos y sobre todo… ¡se acabó nuestra mala suerte!

jueves, 7 de mayo de 2009

Detalles. Esplendor en la hierba.



Fotografías de nuestra compañera Monchi Quintanilla en la senda que conduce a la Cueva del Niño.

jueves, 30 de abril de 2009

Detalles. Et in Arcadia ego...


Vista matinal desde una de las ventanas de 4ºC durante la jornada lectiva.

martes, 21 de abril de 2009

Don Fernando Carrasco. Un gran olvidado.

Nuestra famosa marquesa afincada en La Roda, Doña Joaquina de Arce y Lara, representaba el ejemplo claro de aquellas mujeres que aunque en aquella época no podían disfrutar directamente de cargos y preeminencias, sí les correspondía la tarea de transmitirlos a los varones que se estableciese según la legislación del momento. Así, Doña Joaquina había heredado varios oficios de su padre, regidor en su día del ayuntamiento de La Roda, que más tarde serían ejercidos por su marido, Don Fernando Carrasco Rocamora, Señor de Pozo Rubio. Uno de aquellos oficios consistía en un cargo de "Regidor Preeminente de Primera acecentado con voz y voto"  junto con las "ejecutorias civil y criminal del Número y Ayuntamiento (...) con la facultad de nombrar tenientes que la sirvan". De este modo, el 4 de agosto de 1803 fue nombrado Teniente Don Diego de la Torre y Villanueva.

Aquel poder con el que los miembros de esta familia nobiliaria influían en la politica fue ejercido igualmente en la localidad de Albacete, donde también residían de manera habitual. Sin embargo, no parece que Don Fernando utilizara ese poder de manera arbitraria sino que más bien se comportó en su dia como una persona en principio coherente y de buen proceder; era muy ilustrado, y siempre andaba preocupado por mantener en orden su archivo personal, tareas que sin embargo no le obstaculizaban a la hora de intentar aumentar sus propiedades con otras procedentes de ramas extintas de la familia, o de moverse hábilmente en los muchos pleitos que por entonces andaban abiertos por el mantenimiento de la jurisdicción del señorío de Pozo Rubio, siempre atacada por el vecino concejo albacetense.

Anotemos como curiosidad que junto a la tarea de Alférez Mayor de Albacete, durante diecinueve años trabajó como Tesorero de Caminos de las obras de la carretera de Valencia, "sin interés ni consignación alguna, con sólo el fin de hacer este servicio en beneficio de la Corona." De igual modo, ejerció como Juez y Director Económico de las obras del Real Canal "para el desague  de las Lagunas de este término",  una tarea que le fue encomendada por la Secretaría de Despacho Universal de Estado y Hacienda, a través de las Reales Órdenes insertas en la Real Orden del día 1 de enero de 1805. Ambas ocupaciones mejoraron notablemente con el tiempo la calidad de vida en la villa albacetense, por lo que la labor en ellas de Don Fernando resulta loable, además de desconocida y por lo tanto poco reconocida.

Ante tantos trabajos por efectuar, Don Fernando llegó en un momento a dejar traslucir su fondo sentimental, reconociendo el hecho de que muchas veces se vio en la obligación de dejar a su "cara y amada esposa", con el fin de llevar a cabo estas responsabilidades.

Falleció en 1807, siendo enterrado en el nuevo cementerio de Albacete, del que ya hablamos en otro lugar.



viernes, 17 de abril de 2009

MAL DE STENDHAL


Cuando salió de la iglesia de la Santa Croce, experimentó con más intensidad esa sensación de zozobra y éxtasis que había tenido en otras ocasiones. El corazón le latía deprisa y las robustas piernas apenas podían sostener su breve y redondo cuerpo, embriagado por los monumentales frescos del Giotto, el desafiante crucificado de Cimabue y los delicados vaciados de Ghiberti di Bartoluccio. Mientras admiraba el lugar exacto donde reposan los restos del humanista Leonardo Bruni, había sentido la absoluta necesidad de buscar rápidamente la salida, un espacio abierto donde devorar a borbotones cualquier soplo de aire fresco.
Tras el episodio de los Cien Días, el funcionario de la administración imperial napoleónica Henri-Marie Beyle se había trasladado a vivir a Milán. Desde allí había recorrido toda Italia, estudiando la pintura del Renacimiento y visitando, como el primero de los viajeros modernos, sus principales ciudades. En Florencia, las calles que bordean el Arno y los recovecos del anfiteatro que conducen hasta la iglesia de los franciscanos le procuraban una fascinación especial. Un día de primavera de 1817 llegó ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados, donde el ser humano se muestra indefenso ante tanta acumulación de belleza y ésta se transforma en un incomprensible deseo de estallar; en una compulsión de risas y llantos incontrolables.
Después de Beyle muchos otros han sufrido el mal que produce la contemplación prolongada del arte. Los más, tienen en común con aquél su vocación de turista testarudo, pero unos pocos poseen la verdadera sensibilidad del goce estético, aquella que perturba la razón y conmueve el alma.

El síndrome de Stendhal fue diagnosticado por la psiquiatra Graziella Magherini en 1979. El escritor Henri Beyle escogió el nombre de la ciudad de origen de J.J. Winckelmann como uno de sus seudónimos, con el que ha pasado a la posteridad.


Imagen: Interior de la iglesia de la Santa Croce en Florencia.

martes, 7 de abril de 2009

Detalles


Parada en el Camino de la Virgen; comienza la primavera.

miércoles, 25 de marzo de 2009

VISITA A LAS REALES FÁBRICAS DE RIÓPAR.
















Todo preparado, iniciamos nuestra tercera aventura. Tras una semana, donde el sol y el buen tiempo acompañan, esperamos que así se mantenga. Pero, la meteorología es caprichosa por estas fechas y anuncia para este fin de semana borrasca. Y es que, el mal tiempo se está convirtiendo en nuestro fiel compañero. Con todo, nos disponemos a disfrutar de un fin de semana en pleno corazón de la sierra de Alcaraz, nuestro destino Riópar.
Una primera comitiva marcha para allá el viernes. Manuel y yo decidimos ir el sábado por la mañana. Tomamos carretera y en una hora nos unimos a nuestros compañeros que nos esperan con impaciencia. Un rápido café y comenzamos visitando el Museo de las Reales Fábricas. Allí, Cristina, de la Oficina de Turismo, con amabilidad y disposición, nos guía por un apasionante viaje que nos traslada a finales de siglo XVIII. Por aquel entonces, un ingeniero vienés afincado en Madrid, Juan Jorge Graubner, enterado de la existencia de una mina de calamina en Riópar, mineral del que se obtiene el zinc, se traslada hasta allí para valorar la posibilidad de explotación de la mina. Poco tiempo después, en el año 1772, el rey Carlos III le concede una Real Cédula. Ese mismo año se inician las primeras obras, el proyecto comprendía no solo las obras en las minas y la construcción de los talleres propiamente dichos, sino levantar un pueblo completo dado que por el lugar de ubicación había que construir las casas de operarios y todo lo necesario para el abastecimiento de éstos y de la propia fábrica. En el museo se pueden contemplar los primeros talleres. Allí podemos encontrar una amplia representación del proceso de fabricación de objetos de latón, bronce y cobre, como son los hornos de fundición del metal con sus crisoles, diversos moldes de arena y de coquilla, y una amplia gama de maquinaria para el proceso de conformación, prensas, cortadoras, laminadoras, tornos, fresadoras, pulidoras, muchas de ellas de finales del siglo XIX y principios del XX, que constituían una tecnología puntera en la época. Concluida la visita, dirigimos nuestros pasos hacia la Puerta del Arco, éste fue el primer edificio levantado de este complejo proyecto. En 1792, Eugenio Larruga, enviado por el rey para inspeccionar las instalaciones hace de él la siguiente descripción:
“Plaza espaciosa formada de casas altas para habitaciones principales, con diferentes almacenes para los géneros y metales; el oratorio, y varios talleres para tornear madera, metal y hierro, para los aplanadores de cascarria de latón, para la fabricación de crisoles y retortas, la cárcel, la panadería, pósito de granos, y estanco de tabacos, con una fuente de buen agua, que no necesita de nieve para enfriarla en tiempos de calores”.
Todas estas instalaciones constituían el primer emplazamiento de las Reales Fábricas, denominado San Juan de Alcaraz, ubicadas junto al arroyo Gollizo.
Es momento de marchar, tomamos carretera y nos desplazamos hacia el tercer punto productivo de las fábricas, San Miguel, más conocido como el Laminador. El lugar se ubica en la confluencia del río Mundo con el de la Vega. Es una explanada envuelta en viviendas de una sola planta levantadas para alojar a los trabajadores, y que algunas se han mantenido habitadas hasta hace pocos años. En el margen izquierdo encontramos el taller de laminación que sirvió para la obtención de planchas de cobre. Su vida fue breve pues, en el invierno de 1802, dos años después de su inauguración, la crecida del río Mundo arruinó cuanto encontró a su paso. Las pérdidas fueron tales que jamás volvió a ponerse en marcha y su actividad se trasladó a San Juan.
El tiempo se nos ha echado encima, y el hambre comienza a hacer acto de presencia, es hora de recuperar fuerzas, y así lo hacemos disfrutando de una magnífica comida, y de una amena compañía.
Continuamos nuestra incansable aventura, en Arroyofrío, donde el hipnotizador murmullo de sus aguas y el cautivador paisaje es una delicia para nuestros sentidos, paseo y tranquila conversación. Concluimos el día, en Cotillas, donde visitamos su iglesia de finales de siglo XV, de estilo gótico mudéjar.
Es hora de retirarnos a descansar, nos espera al día siguiente otra nueva jornada.
Se levanta el día con lluvia, parece ser que el tiempo se empeña en no darnos un respiro. Con todo, pertrechados en nuestros chubasqueros, no podemos perdernos un pequeño milagro de la naturaleza, el nacimiento del río Mundo. El lugar es impresionante, donde piedra y agua se unen para ofrecernos un magnífico espectáculo, además el invierno ha sido generoso en lluvias, y el agua fluye abundantemente.
Finalizamos la mañana en Riópar Viejo, en donde pocas viviendas de antaño se mantienen en pie, y muchas casas rurales se han levantado. Visitamos la iglesia del Espíritu Santo, construcción del siglo XV, también de estilo gótico-mudéjar. Formada por una planta rectangular con cinco tramos separados por arcos diafragma La cubierta del templo es una armadura de madera decorada con pinturas de tipo mudéjar. En el exterior destaca una sólida torre, de la que el cuerpo inferior ocupa la capilla de bautismo, así como los contrafuertes. Avanzamos hacia la ladera de la montaña, donde encontramos los restos del Castillo-Fortaleza, de origen islámico, que son compartidos en la actualidad por el cementerio. El Castillo-Fortaleza fue reconstruido en época cristiana, pero hoy en día sólo se conservan restos del lienzo defensivo y algún torreón.
La mañana concluye, es momento del avituallamiento. Manuel nos sorprende con unos ricos gazpachos que no tardamos mucho en devorar. El fin de semana toca a su fin, regresamos hacia Albacete con la sensación de que a finales del siglo XVIII una verdadera revolución industrial llegó a un recóndito pueblo de la Sierra de Alcaraz, llamado Riópar, que marcaría para siempre su historia.




miércoles, 18 de marzo de 2009

domingo, 15 de marzo de 2009

TRADICIÓN ESCURIALENSE EN LA RODA. LA TORRE DEL SALVADOR.




La primera señal identificativa de La Roda es, sin duda, la torre campanario de la iglesia del Salvador, conocida popularmente como “El faro de La Mancha”, por ser testigo y guía de las comunicaciones que desde nuestra región ponen en relación el levante español con el centro peninsular. Sin embargo, no se trata sólo del monumento más visible de la población, sino también uno de los más destacados; coronación del templo columnario al que acompaña y plasmación artística del desarrollo urbano de La Roda durante los siglos XVI y XVII.
Erigida como es tradicional al oeste de la construcción y en el centro mismo de su eje axial, la torre consta de tres cuerpos –incluido el de campanas- y remate en sencillo chapitel piramidal. Se corona con bola, a modo de cofre, y cruz a más de cincuenta metros de altura. Y, sobre el cerro del castillo, domina buena parte de La Mancha oriental, el campo de Montiel y las sierras de Alcaraz y Montearagón.
Los orígenes de la fábrica son inciertos, aunque algunos documentos indican que pudo iniciarse en 1569. No obstante las obras no debieron agilizarse hasta 1581, cuando el Visitador General del Obispado de Cuenca, Juan de Castañeda, apelaba a la necesidad de concluir “las bóvedas, la torre y la capilla mayor de la iglesia”. Poco tiempo después debía estar ya levantada, si es cierta una nota encontrada en la bola del remate que señala que fue en 1604 cuando se ascendió por vez primera a ese punto (*).
Sobre su autoría, desconocemos si pudo ser obra de Hernando de Buedo quien en 1569 hacía la capilla de Santa Catalina, del más afamado Agustín Berlandino, maestro cantero en el importante convento de Santo Domingo de Orihuela, vecino y residente en La Roda a principios del s. XVII, o de cualquier otro. Pero parece probable que a lo largo del tiempo debieron intervenir varios artífices y que las trazas de la cornisa fueron dadas por alguien vinculado con el último renacimiento palladiano. Sabemos sí que el chapitel hubo de ser reparado en 1664 conforme al proyecto del maestro de obras del obispado conquense José de Arroyo, y que se repitieron las restauraciones en 1734 y 1803.
Frente a la desnudez de sus cuerpos inferiores, emparentados con la parroquial de la vecina Minaya o la más lejana de Quintanar de la Orden, la crestería es de un sobrio manierismo, con friso de canecillos alternantes y antepecho cajeado y decorado por pirámides y bolas herrerianas. Los motivos ornamentales nos recuerdan los que presiden el ayuntamiento de Villarrobledo, concluido en 1599. El entablamento a la portada dórica del lateral de la iglesia de San Martín en La Gineta, tallada en las primeras décadas del siglo XVII. Y el chapitel al que se eleva sobre la torre de la iglesia de Pozo Rubio, de la misma época.
Sea como fuere, el conjunto responde a un modelo arquitectónico que cautiva al viajero por su monumentalidad y solidez, relacionado con lo toledano y de evidentes influjos escurialenses. En 1755 el padre Pablo Manuel Ortega en su Descripción Corográfica de la Provincia de Cartagena escribe de primera mano: “ … su torre, con su capitel (sic) de piedras labradas, es alhaja que pareciera bien aunque fuera en la Corte”.
En 1879, Leandro Candel, maestro relojero de Lezuza, instalaba el reloj que podemos apreciar en las fotografías de principios del siglo XX. En 1925, el palentino Moisés Díaz montaba el actual, posteriormente desplazado hacia el campanario que hubo de ser parcialmente cegado.

(*) Inocencio Martínez retrasa la fecha a 1634, por coincidencia cronológica con los personajes que se mencionan en la citada nota.

martes, 10 de marzo de 2009

MIERCOLES DE CENIZA












La Cuaresma se inicia 40 días antes del Domingo de Ramos con la imposición de la Ceniza, Cuarenta días en los que para los cristianos se impone la oración, la penitencia y el ayuno.

La imposición de la ceniza, es un rito en el que a los cristianos se les recuerda la fugacidad de la vida en la tierra y les anima a prepararse para la vida eterna en el Cielo. Para su imposición el sacerdote puede utilizar, principalmente dos sentencias: “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás" o sobre todo “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Pero, ¿cuál es el origen de este rito?; Antiguamente los judíos acostumbraban a cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y también conocemos que los ninivitas usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial", que representaba su voluntad de convertirse.

Ya en el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner ceniza al iniciarse la Cuaresma.

Para ello se utilizan las cenizas que se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior, como símbolo de que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada. Por otra parte, el período de Cuaresma también fue usado para preparar a los que iban a recibir el Bautismo en la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

En conclusión, la imposición de ceniza es una costumbre que recuerda a los cristianos que algún día van a morir y que su cuerpo se reducirá a polvo, al igual que ocurrirá con todo lo material que atesoren; Por el contrario, todo lo espiritual lo conservaran durante toda la eternidad, incitándoles de este modo a cultivar más lo espiritual que lo material, y preparándoles de este modo a vivir una Semana Santa en plenitud.

domingo, 8 de marzo de 2009

IGLESIAS GÓTICAS EN LA MONTAÑA DE ALCARAZ


La arquitectura gótica ha sido catalogada tradicionalmente como la quintaesencia de la estética de la luz, en relación con los principios constructivos surgidos en la Francia de los Capetos al hilo de la interpretación de los textos de Juan Escoto sobre la delgada línea entre lo material y lo espiritual, inspirados en el Pseudo Dionisio Areopagita, un seguidor de Plotino confundido con el original ateniense quién sabe si por espurios intereses del abad Suger :
Las luces materiales son imágenes de las luces inteligibles y, sobre todo, de la luz verdadera misma.
Quizá por eso, a menudo hemos identificado el edificio gótico con una estructura mayestática y ascensional, donde el volumen espacial se convierte en algo ingrávido y etéreo, gracias a los vitrales que sustituyen los muros de piedra por enormes cortinas de color y luz, convertidas ahora en imagen alegórica de lo sagrado. Es la idea de la catedral epatante, rival de sus vecinas en altura y esplendor, y evidencia última del mayor prestigio y poder de los nuevos burgos a los que sirve de guía y de la sede episcopal a la que representa.
Siendo éste el edificio prístino de la Baja Edad Media, desde luego no es el único, ni en su sentido funcional ni en su tipología. La diversificación de las actividades humanas como consecuencia de la reactivación política y mercantil favoreció el desarrollo de construcciones conforme a las nuevas circunstancias sociales, al tiempo que permitió una simbiosis entre diferentes elementos y modelos constructivos de procedencia diversa y de origen religioso o civil. Hay quien duda, por ello, que todas estas variables puedan estar sujetas a unos mismos principios estilísticos y propone una revisión del viejo y demoledor epíteto vasariano. Pero no es éste el objeto de nuestro comentario… , sino destacar cómo en el ámbito mediterráneo surgieron arquitecturas que sustituyeron el principio ascensional por otro puramente espacial, más acorde con su finalidad práctica pero inspirado también en la filosofía religiosa, en este caso escolástica. Desaparecida la alegoría lumínica, el edificio quedaba reducido a su dimensión natural, el volumen, meridiano y perfecto, racional y aristotélico, aún en sus ejemplos más nimios. El espacio simbólico se transformaba en espacio natural, más próximo a la realidad de los fieles y a la habilidad de los alarifes.
En este contexto se sitúan las denominadas iglesias de arcos diafragma, pequeñas construcciones de cabecera plana y una sola nave con fajones generalmente apuntados, de perfil bajo y correspondencia exterior, sobre los que apea una estructura de madera a doble vertiente y en par hilera. Este sencillo modelo de fábrica pudo tener sus orígenes mucho antes y haberse consolidado a través de la arquitectura cisterciense. En España, muy abundante también en obra civil, parece desarrollarse en Cataluña y Valencia desde donde se trasladaría a nuestras sierras y al Campo de Montiel a mediados del siglo XV. Las parroquias de Villapalacios, Ossa de Montiel, Cotillas o Riópar Viejo, junto a otras ermitas menores en Liétor o Masegoso, responden a estas características, que algunos autores identifican con lo mudéjar por la decoración pictórica de las armaduras o sotocoros. Es curioso observar cómo, dónde hay campanario, a los pies de la iglesia, éste es ya renaciente.


Imagen: Interior de la iglesia del Espíritu Santo. Riópar Viejo. Estaba concluida en 1475; la torre es anterior a 1585. Declarada Bien de Interés Cultural por R.D. 3548/1981 (BOE 24-03-82).

lunes, 23 de febrero de 2009

UNA DONACIÓN


Siguiendo con el tema de las joyas, y la mucha importancia que revestían para el estamento nobiliario, no hemos de dejar aún en tan importante asunto a nuestra familia de los Carrasco y la Condesa de Villaleal. Su influencia no sólo resultaba palpable en La Roda, sino que ya vamos viendo cómo trascendía los límites del concejo, del de Albacete, e incluso sobrepasaba los de la actual provincia de Albacete, como un dia tendremos ocasión de tratar.

Una donación curiosa efectuada por esta familia en Albacete capital es la corona imperial de metal dorado y predrería que luce en muchas ocasiones la patrona de la ciudad, la Virgen de los Llanos, que es la que se aprecia en esta imagen. Suponemos que haría juego con la pequeña corona del Niño Jesús, y tal vez con el rostrillo de la Virgen. La corona, dispuesta con formas vegetales terminadas en un orbe sobre el que se levanta una cruz, se encuentra rodeada por una aureola de gran amplitud. Desde el borde exterior del aro principal parten doce estrellas sobre base calada en forma de S pareadas y enfrentadas, alternadas con ráfagas en cuyo centro se disponen anatistas de color morado en forma de lágrima, que le aportan al conjunto gran vistosidad.

El interior del aro principal se adorna con una especie de puntilla en todo su contorno, mientras que en la superficie frontal de su cenefa puede leerse la siguiente inscripción, una vez separadas las palabras por pequeñas piedras moradas: DADA / POR / LA / EXCELENTISIMA / SEÑORA / CONDESA / DE / VILLALEAL / AÑO / DE / 1860

Esta fecha se correspondería con varias hipótesis: que hubiera sido donada por Dª Francisca de Paula Carrasco y Arce, la hija de la recordada Dª María Joaquina de Arce (fallecida en 1848), y receptora de aquel aderezo de diamantes del que hablabamos en otro capítulo. A pesar de que Dª Francisca de Paula efectuó testamento en 1833 en Murcia (había nacido en 1782), no parece que hubera fallecido por entonces, por lo que efectuaría tal donación con 78 años. En su defecto, y ante la falta de más datos, la condesa de Villaleal donante pudo ser su nieta Enriqueta, hija de Don Joaquín Roca de Togores (hermano de de Don Mariano, Marqués de Molíns) y de Doña Mª Ana Corradini, que por entonces sería muy joven, puesto que había nacido en 1842.

En cualquier caso, se trata de un recuerdo más de esta familia, que aunque acompaña en numerosas ocasiones a la Patrona realzando más su dignidad, resulta muy difícil alcanzar a leer la inscripción y otorgarle de este modo su valor histórico y estético.


jueves, 19 de febrero de 2009

TORTA, CHORIZO Y HUEVO...


En muchas localidades de la España seca, y La Roda no es una excepción, el Jueves Lardero es la fiesta que anticipa el inicio del Carnaval. Con él arranca un protocolo anual de culto a la carne, a la grasa animal, preferentemente el tocino de cerdo -el lardum- que se prolongará hasta el Miércoles de Ceniza como contrapunto a la austeridad de la Cuaresma.
El origen de la fiesta es incierto, aunque como tantas otras tradiciones populares vinculadas a lo religioso parece gestarse en los inicios de la Baja Edad Media y consolidarse durante el siglo XVII, dos momentos históricos marcados por la crisis socioeconómica y una fuerte imposición moral. Sólo en estas circunstancias podría entenderse el valor redentor de la gula frente al hambre o la abstinencia, además de las formas lúdicas y exhibicionistas que adquiere. Tampoco el homenaje al lardo parece circunstancial. A estas alturas del invierno, los frutos de sanmartín se reducirían a embutidos y despojos, convertidos por el refrán en los más deliciosos manjares: “En Jueves Lardero… torta, chorizo y huevo”.
El desafío pagano a cuarenta días seguidos de espiritualidad debía tener también su territorio. Si el desierto era el escenario adecuado para llegar a Dios, la fértil campa lo será para huir de él. Al menos durante siete días, hasta que el sacerdote, imponiendo sus dedos en nuestra frente, nos devuelva a la razón mientras sentencia: “…polvo eres…”
Todos los años, el día de Jueves Lardero los rodenses se desplazan a los campos de San Isidro para continuar el ritual.

Imagen: Pieter Bruegel "el Viejo". La riña entre el Carnaval y la Cuaresma (detalle). 1559.

martes, 17 de febrero de 2009

UN DISEÑO DE ADEREZOS


A propósito del recuerdo que ha efectuado Manuel sobre el aderezo de brillantes de Dª Francisca de Paula, podríamos hacernos una idea de los diseños que en aquellos momentos "se llevaban", así como del refinamiento que imperaba en las gentes altamente pudientes de la época, observando el que muestra en esta imagen la reina Dª Maria Cristina de Borbón, en un cuadro de Vicente López fechado en 1830. A simple vista mezclaba en su factura perlas pequeñas y brillantes, dispuestos en torno a una corona real que desde el centro del pecho recogía diversos collares y colgantes de dos vueltas, unidos finalmente a ambos lados del cuello. Se complementaba con un ostentoso tocado para el pelo, en el que flores y plumas de brillantes otorgaban un aire señorial al ya de por sí complicado peinado a la moda, adornado en altura con otras plumas de vistoso colorido.

VAJILLA CHINA PARA UNA CONDESA


Vuelvo a leer la entrada “El aderezo de brillantes”, publicada por Mercedes el 4 de febrero, y advierto que entre el profuso ajuar matrimonial de Dña. María Francisca de Paula Carrasco y Arce se encuentra –y no precisamente en último lugar- un “almuerzo de China” como parte de la dote de la hija de la Condesa de Villaleal.
La posesión de piezas de porcelana de tan remoto lugar fue una de las curiosas señas de distinción entre la nobleza europea desde el siglo XVII. La delicadeza de la cerámica oriental era identificada como signo de buen gusto, no exento de una carga de exotismo en consonancia con la mundana hidalguía salida del capitalismo inicial y el posterior enciclopedismo de las ideas ilustradas.
Aunque la porcelana china era conocida y apreciada en Europa desde el siglo XIV, no fue hasta principios del XVII que se hizo popular gracias al desarrollo del comercio con Extremo Oriente; favorecido por la creación de las Compañías de las Indias Orientales y la suspensión del patronato imperial en los hornos de Jingdezhen, lo que animó a los productores chinos a buscar nuevos mercados en el extranjero. Poco después, la llegada al poder de la dinastía Qing -de origen manchú-, en 1644, contribuyó a favorecer la elaboración de vajillas para la exportación. Con frecuencia eran realizadas por encargo y en ellas la tradicional decoración a base de paisajes idealizados, escenas costumbristas y figuras vegetales y animales estaba complementada o sustituida por los escudos de armas de las grandes familias europeas en el característico color azul y blanco, célebre desde la época Ming. Con el tiempo, los importadores llegaron incluso a enviar maquetas para la creación de nuevos modelos de piezas más acordes con la moda rococó del siglo XVIII y a los que se añadían ahora esmaltes de color verde, rosa, negro o amarillo.
La “querella de los ritos”, a partir de 1715, no acabó con el comercio de porcelana, que por entonces se había convertido en una de las principales fuentes de riqueza del imperio, pero terminó por centralizarlo en la ciudad de Cantón. Desde allí partían los barcos portugueses, ingleses, holandeses o suecos con rumbo a Europa para vender la apreciada loza del periodo Qianlong, que a lo largo del siglo fue perdiendo calidad a medida que los funcionarios gubernativos dejaban el control de los talleres a las autoridades locales. Quizá por ello, desde mediados de siglo se redujo sensiblemente la demanda y se buscaron alternativas en la cerámica japonesa de Imari, de amplia paleta y complejas decoraciones, y en fábricas europeas como Meissen, Worcester, Capodimonte o el Buen Retiro que desde entonces incluyeron entre su producción los repertorios chinoiseries.
En España, sin embargo, la cerámica de Compañía de Indias –como se la conoce genéricamente- siguió siendo hasta 1785 un lujo excepcional. Ajenos a las rutas comerciales por el Índico, los pedidos se tramitaban desde Acapulco, vía Manila, lo que encarecía las transacciones y posibilitaba que muchas de las piezas se “perdiesen” en las ferias mejicanas. Desde esa fecha, gracias a la creación de la Real Compañía de Filipinas, las embarcaciones españolas optaron por una ruta directa a través del cabo de Buena Esperanza hasta el puerto de Cádiz. De ahí que los primeros años del reinado de Carlos IV fueran de una intensa actividad comercial en este tipo de género, permitiendo a la nobleza española equipararse con la de los principales Estados europeos. Las colecciones de porcelana China se exhibían ahora con orgullo en los grandes salones palaciegos de nuestro país y las piezas de uso: servicios de mesa, tocador o medicina…, se convirtieron en la máxima expresión del refinamiento.

miércoles, 11 de febrero de 2009

LA RUINA ES BELLA



Desconozco si el famoso modisto gallego se inspiró en John Ruskin cuando decidió utilizar la célebre frase “la arruga es bella” como carta de presentación de su estilo de ropa. Pero, si aplicamos en sentido metafórico este axioma para referirnos a un monumento, convendremos que está muy próximo a las ideas del inglés, teórico del arte, sobre el valor de la ruina y el concepto de lo bello; la arruga es el epítome de aquélla y al igual que las pieles ajadas por el tiempo, posee el valor de lo histórico, es única y mudable.

La consideración de la ruina en su sentido plástico se remonta al siglo XVIII y al redescubrimiento arqueológico de la antigüedad clásica a partir de los hallazgos de Pompeya y Herculano, y los capricci del arquitecto y grabador italiano Juan Bautista Piranesi. Mientras para muchos los testimonios del pasado esplendoroso de Roma debían entenderse como el punto de partida en el desarrollo de un arte reconstructivo basado en la imitación, el neoclasicismo, otros optaron por aproximarse de puntillas a lo remoto a través de una mirada romántica, plena de recuerdos y ensoñación. El juicio estético propuesto por Kant introducía además el componente subjetivo en la apreciación de lo bello -huyendo del rigorismo matemático- al servicio de un gusto que posibilitaba no sólo la representación sino la redención de lo feo, lo decrépito o lo deforme, en definitiva, lo ruinoso, que a través del arte podía ser transformado en algo sublime.

No es casual, por tanto, que la estética de lo sublime –entendida como expresión última de lo humano- preceda y conviva con el romanticismo, se manifieste como reacción espontánea ante la naturaleza arrebatadora e incontrolada y vaya acompañada por un nuevo sentido de la belleza y una sensibilidad especial hacia la ruina. Ésta, como evidencia de lo imperfecto, se constituía así en ideal del modelo artístico moderno, indecoroso y poético; horrible, en la dimensión más académica del término, y, sin embargo, arrebatadoramente bello. Schelling lo resume en su opúsculo Sobre lo patético, afirmando que la finalidad última del arte es “la representación de lo suprasensible” a través del pathós y la naturaleza doliente. Por eso, durante buena parte del siglo XIX, y la Revolución Industrial no hizo sino reafirmar esta idea, la ruina constituyó la obra de arte en estado puro, la que expresaba de manera sencilla y precisa el sentimiento trágico del genio. En definitiva, el nexo entre el hombre y la naturaleza; nacida de aquél y modelada por ésta en un sutil desequilibrio sobre la gestación del arte y la belleza:
“La naturaleza es bella cuando al mismo tiempo parece ser arte”.

La frase de Kant supeditaba el contenido al continente artístico, subvirtiendo completamente el ideario clásico, entumecido y cubierto de vegetación. La cualidad de la belleza dejaba de ser pertenencia de las características intrínsecas de la obra para convertirse en la capacidad de reflexión que ésta generaba. Antes que él, Lessing ya había apuntado en ese mismo sentido al afirmar que sólo la dimensión estética del arte es capaz de convertir la tristeza en placer.

La exaltación de la ruina, frente al goce acartonado de los decrépitos jardines ilustrados de Hubert Robert, surgía entonces de una dimensión heroica que ejemplificaba la desobediencia al arte reflexivo y canónico que asesinase Hegel. Sólo ella representaba la verdadera espiritualidad, la que nacía de la introspección y del medievo, la tabla de salvación para el nuevo hombre; la dimensión que le separaba de Dios en los lienzos de Caspar Friedrich o Gutav Carus.

Por eso, la tecnología fabril impulsó como bautismo creativo la grosera idea del “revival”, el medio más eficaz para acabar con la ruina y, lo que es peor, para construir su propio ideal de belleza, embarrotado y plano. Y lo sublime se transformó en pintoresco. Y la ruina en objeto de restauración. De ahí que algunos como John Ruskin defendieran la condición mortal del monumento; un ciclo que, como en cualquier otro ser vivo, posee principio y fin:
Su última hora sonará finalmente; pero que suene abierta y francamente, que ninguna institución deshonrosa y falsa venga a privarla de los honores fúnebres del recuerdo”. John Ruskin: Las siete lámparas de la arquitectura (1849).

No se interpreten mis palabras como un alegato en contra de la restauración, mas a favor de su carácter mesurado y científico; tampoco en defensa de la ruina que procede del desconocimiento, el expolio, la desaprensión y la desidia, y no del monótono transcurrir del tiempo...

lunes, 9 de febrero de 2009

Un paseo por El Palacio de los Gosálvez

El pasado 24 de Enero, el grupo de trabajo hizo su segunda excursión. El destino, en esta ocasión, fue Villalgordo del Júcar, donde visitamos el Palacio de los Gosálvez. Aquí os dejamos una pequeña muestra fotográfica de lo que pudimos ver.

Restos de la papelera "Puente D. Juan" instalada en el siglo XIX. En estos sótanos se comenzó a cultivar el "Champignon de París", germen de los cultivos actuales de la zona en cuevas y sótanos.




Castillo pintoresco que daba acceso desde el palacio a la zona de producción.



Parte central del Palacio de los Gosálvez, de estilo ecléctico francés. Consta de dos plantas, y una tercera integrada en la mansarda.



Fachada posterior del palacio que daba acceso al jardín botánico.




Linterna de coronación de la mansarda. Ésta última, está hecha de madera y recubierta de zinc.



Viviendas de los guardeses en la puerta de acceso al recinto palaciego.


Interior de la Capilla de la aldea donde vivían los empleados del palacio y de las fábricas.




Canalización artificial sobre el rio Júcar, para su utilización en la central hidroeléctrica.

miércoles, 4 de febrero de 2009

EL ADEREZO DE BRILLANTES


Una de las mejores maneras de conocer el ambiente y el trasfondo social de una época determinada, es acercarse a determinadas actitudes o modas, que repetidas secularmente entre generaciones, fueron poco a poco convirtiéndose en costumbre. Entre dichas maneras desatacan las dotes matrimoniales, muy representativas de los grupos privilegiados, y en algunos casos caracterizadas por una gran suntuosidad, muy alejada de lo que acostumbraban a realizar entre los grupos del pueblo llano debido a su pobreza.

Un ejemplo de este boato nobiliario lo encontramos en Mª Francisca de Paula Carrasco y Arce, hija de la Condesa de Villaleal. En 1799 se casó con Don Luis Roca de Togores y Rosel, Conde de Pino-Hermoso. La dote se compuso entre otras cosas de almuerzos de china, cobertores de cama festoneados, sábanas de lienzo, guantes de piel de cabritilla y batista, vestidos de raso bordados en seda, abanicos, alfileres y sortijas de brillantes, relojes de oro y medallones, baúles, escribanías de plata, seis pares de zapatos, juegos de peinadores con mangas y encajes, tela de muselina para camisas de dormir, una gorrita de encaje sobre lino, medias, toallas, pañuelos, blondas, corpiños y chales. El total de su dote ascendía a 392.772,20 reales, a los que se añadían los 39.877,7 como donación de sus padres. Además, su padre Don Fernando Carrasco, le dio en concepto de alimentos y por ser su sucesora una paga de 3.000 ducados anuales, correspondientes a la sexta parte de sus mayorazgos, y pagaderos en junio y diciembre.

De entre los objetos de la dote antes reseñados y no mencionados, no quiero olvidar aquí la presencia de un coche a la inglesa de color verde con orla de oro y forrado en terciopelo de colores, valorado en 28.717 reales; y la de un jubón de maja guarnecido de presillas de seda, con más de mil botones de plata, valorado en 2. 046 reales.

Pero sobre todo destacar un aderezo de brillantes compuesto por un collar con dos corazones unidos, un par de pendientes largos con colgantes, dos manillas a dos carreras, dos flores grandes, una media luna para el peinado, y una sortija de lanzadera y otra ochavada. En total, este fabuloso aderezo para Doña Mª Francisca se encontraba compuesto nada menos que de 3.490 brillantes montados al aire y forrados por su espalda de oro, ascendiendo su valor a los 134.434 reales.

A mediados del mismo siglo, un jornalero de Albacete ganaba entre 300 y 500 reales anuales, y si era maestro de algún oficio, su sueldo podía llegar con suerte a los 800 reales anuales. Aunque tal y como afirmaba Hamilton hacia los últimos veinte años del siglo XVIII, cuando se celebró esta boda nobiliaria, los sueldos de los que trabajaban tendieron a ascender, si decidiéramos comparar dichos salarios anuales de los jornaleros con la dote matrimonial de Dª Mª Francisca, no sabríamos lo que tendrían que trabajar -no vivirían lo suficiente- para alcanzar y ni siquiera acariciar uno sólo de los objetos antes expuestos. Y del nivel de vida no hablemos... ¡Así se casa cualquiera! dirían, observándo a los privilegiados como aparecen en el cuadro de Fragonard que adorna esta pequeña semblanza costumbrista.

POLÍTICA Y PATRIMONIO

El grupo de trabajo RUTBA nos esta sirviendo para poder comprobar el maravilloso patrimonio que ofrece la comarca de la Roda, pero también, al menos personalmente, para comprobar lo importantísimo que es para nuestros representantes el patrimonio y su conservación... por supuesto hablo con total ironía.

Siempre nos han vendido Albacete como una provincia muy moderna pero cuyo patrimonio no era importante ni destacable... en todo caso era digno de mencionar el patrimonio natural que nos podemos encontrar en el Nacimiento del Rio Mundo, pero, más allá, todo era mediocre. Sin embargo, en tan sólo dos salidas he podido comprobar su riqueza y al mismo tiempo su desconocimiento a pesar de poderlo encontrar a escasos kilómetros de la capital manchega.




















La primera escala de nuestras salidas fue TOBARRA, concretamente en el paraje conocido como Alboraj, para visitar unos eremitorios altomedievales. Si preguntamos a algún tobarreño si conocen la existencia de los mismos, probablemente muy pocos acertarían a guiarnos, y ahí nos encontramos uno de los grandes problemas del patrimonio español: la ignorancia. Una ignorancia que permite que se hayan cometido y, lo más grave, que se sigan cometiendo barbaridades con el mismo ante la pasividad de nuestros ilustrísimos representantes. Así, en el caso de los eremitorios de Tobarra, por ejemplo, ha permitido que en la vivienda del eremita nos encontremos un colchón sobre palés de obra, testigo de los encuentros pasionales y furtivos de la localidad; que el recinto sagrado se haya utilizado en el pasado como corral para el ganado y que en la actualidad un vecino lo esté utilizando como horno crematorio para obtener cenizas con las que abonar su campo; y, por si acaso esto fuese poco, que en la parte posterior del recinto se haya ubicado una cantera que, de seguir avanzando, amenaza con acabar con el yacimiento.

Dice el refranero español que "Para estudiar no hay que ir a Salamanca" a lo que se le puede añadir que "para ver un acueducto de época tampoco hay que ir a Segovia" ya que precisamente nos encontramos con uno (mucho menos espectacular, por supuesto) en la localidad de ALBATANA.
Claro... que lo podrán ver si lo encuentran, dado que es bastante dificil seguir los carteles indicativos del monumento, sobre todo porque NO EXISTE NINGUN TIPO DE SEÑALIZACIÓN!!! Y es que de esta forma será más fácil dejar que se hunda, como el molino del siglo XVIII al cual movía el acueducto, y emplear ese dinero en construir algún instación en la cual sea más económico "hacerse la foto".

Terminamos nuestra primera salida en CHINCHILLA DE MONTEARAGÓN, declarada de Interés Turístico por su magnífico patrimonio a pesar de que en las últimas actuaciones se está produciendo más que una restauración una reedificación, que puede quedar más fotogénico, pero que, sin duda, no muestran algo real.




















Por último, nuestra última salida se produjo al Palacio de los Gosálvez, magnifico palacio de estilo versallesco cuyo constructor tuvo la inconsciencia de construir en un territorio a pocos metros de Villalgordo del Júcar (Albacete) pero que pertenece a Casas de Benitez (Cuenca). El resultado de todo ello ha sido que, a pesar del abandono que sufría el palacio en manos privadas, la administración tampoco actuó por la complicación de los tramites a llevar a cabo para hacer cumplir a los propietarios la ley de Patrimonio, al igual que tampoco actuó ante el expolio que sufria el palacio. El resultado de todo ello es el aspecto ruinoso que presenta en la actualidad el magnífico conjunto que constituye tanto el palacio como las fábricas y capilla que están dentro de la propiedad.

En resumen la conclusión que he extraido de estas dos salidas es que, al parecer, los grandes males que sufre nuestro patrimonio es la ignorancia y lo costoso que para algunos les resulta su conservación para rellenar un titular de periódico.

jueves, 29 de enero de 2009

ITINERARIO POR LA RIBERA DEL JÚCAR(VILLALGORDO-FUENSANTA)




Sábado 24 de Enero, 11 horas, Villalgordo del Júcar .Eolo amenaza con descargar su cólera sobre nosotros, el termómetro tampoco acompaña; pero, pertrechados con un frugal almuerzo y buenas dósis de curiosidad,la madre del conocimiento, o nostalgia, remontamos, en desperdigada y alegre procesión, la orilla izquierda del río, alcanzamos el puente y cruzamos, no sin precaución, la corriente; al otro lado del cauce,nos espera Pedro Pablo Correas, miembro de la asociación de Amigos del Palacio de los Gosalvez,que actuará de "cicerone"; junto a él, un pequeño grupo de vacilantes turistas rurales, que no tardará en desertar, ante las acometidas de las bravas ráfagas de viento.Tras someternos al control amenazante de una doble formación de gigantescos y vetustos plataneros,a los que Eolo no para de animar sobre nuestras desprotegidas cabezas,y,
sortear sus despojos, que obstaculizaban nuestro avance, conseguimos llegar a los píes del palacio.

De estilo francés versallesco,construido en 1902, consta de edificio central con tres plantas y dos
alas de una planta ,a cada lado; frente a él cerrando el conjunto, los restos de la fuente de la zarina.Tiene 368 ventanas y puertas, y veinte estancias.Declarado Bien de Interés Cultural, categoría monumento, en 1993.El entorno, aparece salpicado de jirones de los antiguos jardines
afrancesados,con algunas especies exóticas ,como el pinsapo.En las immediaciones, fruto de un inusual espíritu empresarial por estos pagos, se levantaron factorías(papel, naval, alcohol, conservas, harinas e hilados), una capilla, almacenes, viviendas y una central hidroeléctrica; siendo Villalgordo el primer pueblo de España en estar dotado de luz eléctrica.

Esta suma de elementos, da al conjunto un valor extraordinario, de difícil, parangón en toda la región; pese al lamentable y avanzado estado de deterioro en que se encuentra, por la desidía de unos y la codicia-expolio- de otros. A pesar de ello, la Asociación de Amigos del Palacio ha trabajado duramente para conseguir su protección y rehabilitación, y, luchando contra las interminables trabas administrativas, la lentitud burocrática e intereses contrarios de toda índole,¡por fin!, ve cercano su objetivo; al ser adquirida la propiedad por una familia de hosteleros de La Roda; quíenes trabajan en un proyecto que nos ilusiona a todos los amantes del arte, la naturaleza y la historia; sin olvidar la interesante perspectiva de creación de empleo, doblemente necesaria en nuestro pueblos, para asegurar su existencia.

Reconfortados y reforzados, por el breve descanso en torno a un plato caliente, acompañado de un tinto comarcano; recomponemos filas y encaminamos nuestros pasos hacia el siguiente objetivo, el santuario de la Virgen de Fuensanta. Al llegar, comprobamos que Eolo ha desistido de frenar nuestro avance ,y, se bate en retirada desordenadamente, acompañado de una menguada cohorte de fieles cúmulos.

La aparición mariana, junto con el nacimiento de la fuente que da nombre al lugar, se produce en 1482.La fundación del convento trinitario en 1561, en su derredor se va formando una pequeña aldea, que se segrega de La Roda en 1672. Actualmente, el santuario-residencia de la patrona de La Roda y de Fuensanta-está formado por el templo, el camarín, el claustro y la fuente.El templo, de planta rectangular ,y una sola nave cubierta de bóveda de lunetos; gravitando por encima del crucero ,una cúpula sobre pechinas;al igual que en el camarín, de abigarrada composición y colorido.La portada es de estilo barroco.
El claustro fue erigido a finales del S. XVI;espacio cuadrado, de estilo renacentista, con arcos de medio punto y dos plantas de galerías porticadas, de gran pureza de líneas y modesta,pero encantadora ,elegancia. A sus pies,y junto al huerto, la fuente,protegida en un pequeño y pulcrísimo patio, acompañada por un pequeño algibe salpicado de cangrejos; con el manto freático aflorando a la superficie,en cuyos caños pudimos apreciar la calidad de su agua.También,en la planta superior del claustro, exploramos un museo etnológico,con piezas interesantes o significativas,que nos rememoraban escenas de nuestra infancia o relatos de nuestros mayores.

Como el frío se iba adueñando de nuestro cuerpo,a medida que languidecía la luz del sol, nos reconfortamos con un café;y, ante la sorpresiva y sorprendente "Villa Manolita",nos despedimos del pueblo y de nuestro compañero,Pablo Rueda;para retornar, ya anochecido, a nuestro respectivos lares, con la sensación de volver de un viaje a un pasado lejano en el tiempo,pero próximo a nuestro corazón.Mientras, el viaje continua ...


domingo, 25 de enero de 2009

CABALGATA ARTÍSTICA A LA TORRE DEL SALVADOR.




De la amistad que se profesaron Antonio Martínez y Benjamín Palencia proviene la colección de seis dibujos que exhibe el Museo Municipal de La Roda, fechados entre 1959 y 1966.
Tras su etapa “fauve”, en la que experimenta con las posibilidades expresivas de las texturas y colores del óleo en composiciones de gran formato, y como evolución de ésta el pintor barrajeño retoma su interés por el dibujo, que traza de manera espontánea y repetitiva en cualquier soporte, provocando engrosamientos que modelan el volumen de sus líneas como si se tratase de un “falso empastado”, exclusivamente visual. Para ello, y aunque no desdeña la plumilla ni el pastel, utiliza sobre todo rotuladores de colores con los que juega a describir una realidad inmediata y feliz. Se trata de plasmar imágenes instantáneas que, lejos de ser alegóricas, responden a la iconografía cotidiana del artista o a un momento concreto de su vida: el árbol, el jarrón, la campana, el pastor, la siega; la visita a Roma, el menú de Reyes… Hay siempre en los dibujos de Palencia un encuadre fotográfico que aquí parece realizado con cámara compacta. Muy atrás queda el “posado social” de la Segunda Escuela de Vallecas; éstas son obras para la diversión y la complacencia.
Me cuentan, además, que eran célebres las procesiones festivas de Palencia, los hermanos Martínez y demás añadidos al son de la caja de música.

jueves, 22 de enero de 2009

B.I.C.

El Boletin Oficial del Estado publica la declaración como Bien de Interés Cultural del Pozo de la Nieve de Alpera con la categoría de zona arqueológica.

http://www.boe.es/boe/dias/2009/01/21/pdfs/BOE-A-2009-1013.pdf
La Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español distingue que los bienes inmuebles que integran el Patrimonio Histórico Español pueden ser declarados de interés cultural bajo el tratamiento de Monumentos, Jardines, Conjuntos y Sitios Históricos, y Zonas Arqueológicas. Estas últimas engloban a lugares o parajes naturales "donde existen bienes muebles e inmuebles susceptibles de ser estudiados con metodología arqueológica, hayan sido o no extraídos y tanto si se encuentran en la superficie, en el subsuelo o bajo las aguas territoriales españolas".

LOS RESTOS DE LA CONDESA DE VILLALEAL


Doña Maria Joaquina de Arce y Lara, Condesa viuda de Villaleal desde que falleciera su esposo Don Fernando Carrasco Rocamora en 1807, hizo testamento el 21 de septiembre de 1847 ante el escribano Don Manuel Salvador Víllora, tal y como consta en el Archivo Histórico Provincial de Albacete. Los albaceas representados en el documento fueron su nieto Don Joaquín Roca de Togores y Carrasco, y Don Diego Montoya.

Las disposiciones resultaron ser muy sencillas: quería ser enterrada en el camposanto de Albacete, y que se dijeran por su alma doscientas misas. Dejaba como heredera a su hija Doña María Francisca de Paula Carrasco, esposa de Don Luis Roca de Togores, Conde de Pinohermoso, estipulando como únicas mandas la entrega de 640 reales a cada una de sus tres sirvientas, y de media docena de cubiertos de plata a su albacea de La Roda, Don Andrés García.

Doña María Joaquina falleció el día 1 de junio de 1848, siendo enterrada en el antiguo cementerio de Albacete; este camposanto se situaba en las cercanías de la ermita de San Antonio Abad, y comenzó a utilizarse a partir de 1803, en respuesta a las nuevas ideas ilustradas y modernas con respecto a la higiene municipal. Gracias a ello, a finales del siglo XVIII comenzaron a prohibirse los tradicionales enterramientos en el interior de las iglesias, erigiéndose en consecuencia los cementerios en lugares mucho más adecuados a ello en zonas algo más alejadas del casco urbano.

En el sepulcro de Doña María Joaquina se colocó una losa de mármol de Carrara, sobre la que se labró un bello epitafio de influencia romántica en el que se glosaba sobre sus virtudes. A esta inscripción aludió su nieto Don Mariano Roca de Togores, Marqués de Molíns, en su obra "La Manchega", y el cronista albacetense Don Joaquín Roa y Erostarbe en su obra "Crónica de la Provincia de Albacete", publicada por la impreta Collado en 1891:

"Aquí yace (...) Matrona de Ilustre Cuna, de pronto afable y liberal carácter, de generosidad inagotable, de virtud ejemplar. Hija piadosa hasta la abnegación , esposa fidelísima aun en la viudez. No tuvo hermanos; fuéronlo para ella todos los albacetenses. Dejó una sola hija. Amó como madre a todos los desgraciados (...)".

Cuando en 1879 se inauguró el nuevo y actual cementerio de Albacete, sus descendientes levantaron un panteón en la parte más visible del mismo, junto a la capilla de dicho camposanto, dedicada al Cristo de la Misericordia. De corte neogótico, el pequeño recinto asemeja más a un osario que a un panteón propiamente dicho. Bajo la incripción en la que se lee "Roca de Togores y Carrasco. 1883", se abre la puerta principal, y en el suelo una losa con argollas, a la que se supone fueron trasladados los restos procedentes del antiguo cementerio de comienzos del siglo XIX. Apesar del estado de relativo abandono en el que se encuentra este panteón, aún puede vislumbrarse en el interior la lápida funeraria de Doña María Joaquina, con el epitafio aludido anteriormente.

The Nazarene Jesus Father. A Baroque sculpture of Luisa Roldán

Observamos con sorpresa que nuestro blog es visitado por personas de todo el mundo, a ellas va dirigida esta pequeña reseña sobre el Nazareno de Sisante (Cuenca).

The Nazarene Jesus Father. A Baroque sculpture of Luisa Roldán

A closed jewel containing great symbol
Sisante is a small village, just 1800 inhabitants, but this fact changes every Friday in March. Year after year hordes of people come to pray above the figure of the Nazarene, known in the region as “our Nazarene Jesus Father”. The Nazarene is exhibited in a little Chapel of a nun’s convent closing. Women are not allowed to see the nuns. Only men with any task can do it: plumbers, bricklayer, etc.
Jesus Father is venerated with a great fervour. It’s a tradition to kiss his feet and ask for the family’s health or whatever you wish.
The figure is allowed to go out in a procession every 100 year. Next time will be in 2011. People are very enthusiastic because not everybody can live this experience.


A death made it possible
The convent was built in the Baroque style with Salomon columns and a golden colourful altarpiece. The convent is a very pretty jewel itself, but the jewel of the crown is the Nazarene figure. It was sculpted by the Sevillian artist Luisa Roldán, the famous sculptor Luis Roldán’s daughter. It was the seventeenth century and in those days Seville was the metropolis of the Baroque art.
The figure was entrusted by the king Carlos II as a present for the Pope Innocence XI. The death of the king ruined the plans so the Nazarene remained at Luisa’s home until 1711, when father Hortelano bought it for Sisante’s convent.

How to get there
The village is well communicated at the crossroads of two motorways, Madrid- Valencia and Madrid –Alicante. Only one hour and fifty minutes from these cities.
Prices:
The entry to the convent is free, but not always allowed.

domingo, 18 de enero de 2009

Hominem te esse memento.



Hace ya veintinueve años y dos días que murió en Madrid Benjamín Palencia. Sé que no está de moda recordar a los difuntos más allá de la fecha exacta de su aniversario y menos si éste no se traza con cifra redonda. Pero esta noche la casualidad ha desempolvado la separata de Juan Ramón Jiménez que me regaló Elías, la del exlibris de ramas de yedra entrelazadas; una selección de Con el carbón del Sol ilustrada con dibujos de Benjamín muchos años después… Cuando llegó a Madrid y por unos años aquél fue Pigmalión y éste su “buen salvaje”.

Por eso también prefiero el día nublado, que hace ceniza de plata el carbón del sol, ceniza lijera (sic.), húmeda, aventada, ceniza universal, que ya es bastante consuelo para un animalito de fondo, un poeta instintivo, sensual y sensitivo. El andarín de su órbita.