domingo, 18 de enero de 2009

Hominem te esse memento.



Hace ya veintinueve años y dos días que murió en Madrid Benjamín Palencia. Sé que no está de moda recordar a los difuntos más allá de la fecha exacta de su aniversario y menos si éste no se traza con cifra redonda. Pero esta noche la casualidad ha desempolvado la separata de Juan Ramón Jiménez que me regaló Elías, la del exlibris de ramas de yedra entrelazadas; una selección de Con el carbón del Sol ilustrada con dibujos de Benjamín muchos años después… Cuando llegó a Madrid y por unos años aquél fue Pigmalión y éste su “buen salvaje”.

Por eso también prefiero el día nublado, que hace ceniza de plata el carbón del sol, ceniza lijera (sic.), húmeda, aventada, ceniza universal, que ya es bastante consuelo para un animalito de fondo, un poeta instintivo, sensual y sensitivo. El andarín de su órbita.

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