jueves, 22 de enero de 2009

LOS RESTOS DE LA CONDESA DE VILLALEAL


Doña Maria Joaquina de Arce y Lara, Condesa viuda de Villaleal desde que falleciera su esposo Don Fernando Carrasco Rocamora en 1807, hizo testamento el 21 de septiembre de 1847 ante el escribano Don Manuel Salvador Víllora, tal y como consta en el Archivo Histórico Provincial de Albacete. Los albaceas representados en el documento fueron su nieto Don Joaquín Roca de Togores y Carrasco, y Don Diego Montoya.

Las disposiciones resultaron ser muy sencillas: quería ser enterrada en el camposanto de Albacete, y que se dijeran por su alma doscientas misas. Dejaba como heredera a su hija Doña María Francisca de Paula Carrasco, esposa de Don Luis Roca de Togores, Conde de Pinohermoso, estipulando como únicas mandas la entrega de 640 reales a cada una de sus tres sirvientas, y de media docena de cubiertos de plata a su albacea de La Roda, Don Andrés García.

Doña María Joaquina falleció el día 1 de junio de 1848, siendo enterrada en el antiguo cementerio de Albacete; este camposanto se situaba en las cercanías de la ermita de San Antonio Abad, y comenzó a utilizarse a partir de 1803, en respuesta a las nuevas ideas ilustradas y modernas con respecto a la higiene municipal. Gracias a ello, a finales del siglo XVIII comenzaron a prohibirse los tradicionales enterramientos en el interior de las iglesias, erigiéndose en consecuencia los cementerios en lugares mucho más adecuados a ello en zonas algo más alejadas del casco urbano.

En el sepulcro de Doña María Joaquina se colocó una losa de mármol de Carrara, sobre la que se labró un bello epitafio de influencia romántica en el que se glosaba sobre sus virtudes. A esta inscripción aludió su nieto Don Mariano Roca de Togores, Marqués de Molíns, en su obra "La Manchega", y el cronista albacetense Don Joaquín Roa y Erostarbe en su obra "Crónica de la Provincia de Albacete", publicada por la impreta Collado en 1891:

"Aquí yace (...) Matrona de Ilustre Cuna, de pronto afable y liberal carácter, de generosidad inagotable, de virtud ejemplar. Hija piadosa hasta la abnegación , esposa fidelísima aun en la viudez. No tuvo hermanos; fuéronlo para ella todos los albacetenses. Dejó una sola hija. Amó como madre a todos los desgraciados (...)".

Cuando en 1879 se inauguró el nuevo y actual cementerio de Albacete, sus descendientes levantaron un panteón en la parte más visible del mismo, junto a la capilla de dicho camposanto, dedicada al Cristo de la Misericordia. De corte neogótico, el pequeño recinto asemeja más a un osario que a un panteón propiamente dicho. Bajo la incripción en la que se lee "Roca de Togores y Carrasco. 1883", se abre la puerta principal, y en el suelo una losa con argollas, a la que se supone fueron trasladados los restos procedentes del antiguo cementerio de comienzos del siglo XIX. Apesar del estado de relativo abandono en el que se encuentra este panteón, aún puede vislumbrarse en el interior la lápida funeraria de Doña María Joaquina, con el epitafio aludido anteriormente.

1 comentario:

MANUEL dijo...

¡Me entusiasman los culebrones, si son históricos...!
Delicioso el panteón, imbuído por la arquitectura pintoresca del XIX y con detalles historicistas y eclécticos ¿quizá en la línea del hellinero Justo Millán?, a la sazón arquitecto diocesano y de la Diputación de Albacete; quien, por cierto, en 1883, estaba construyendo el pabellón de la Agricultura, la Industria y la Ganadería en la Feria; vamos, ¡la sartén!